SOLEDAD DÍAZ (1950-1981)

Modelo pin-up en los sesenta, dibujante de comics y artista visual perteneciente a la generación del protoracionalismo chileno. Díaz es una trashumante, quien la muerte la sorprende siendo muy joven. 

A los 12 años ya había destacado como modelo de ropa infantil de una tienda santiaguina, sus fotos aparecieron en la revista Life y Ecran. A los 10 años, se traslada junto a sus padres a Nueva York, desde donde regresan dos años después. De temperamento rebelde, pero silencioso, Soledad Díaz ingresaría a estudiar arte en la Universidad de Chile. Sus comics tienen poca aceptación dentro del público, pues lo consideran infantil, de trazo inestable e historias sin compromiso social. En esa misma época comienza a experimentar con drogas, siendo la “chicota” la más común (aspirinas mezcladas con alcohol). Abandona la carrera e ingresa a estudiar arquitectura en la misma universidad, desde donde no se recibiría.

En el Chile de principio de los 70´, Soledad Díaz se encuentra sin carrera, sin amigos, en un país que le parecía cada vez más extraño y caótico. Nuestro país se debatía entre la Unidad Popular y Patria y Libertad; entre los movimientos sociales de izquierda y las vanguardias arquitectónicas y artísticas. En esos años comienza a experimentar con una serie de dibujos y proyectos llamados “Mundos Palm”; usando la teoría del Modelo de Sistemas Viables, modelo que buscaba entregarle las herramientas de la ciencia al pueblo, pero que Díaz asumía desde el un racionalismo neolecorbusiano o protoracionalismo latinoamericano: iglesias donde los pecadores son arrojados dentro de una ruleta rusa, canchas de futbol de piso elástico, donde los jugadores rebotan y deben sostener con arnés, piscinas eróticas; drogas que se trasmiten a través del sonido. Pronto entra en contacto con grupos literarios chilenos principalmente con el grupo Trilce dirigido por Omar Lara, quien ven en ella a una nueva Teresa Wilms Montt, dulce e inteligente, cargada como un arma mortal.

Expone en galerías locales y patios traseros de universidades; en bares y centros deportivos. A los 20 años comienza su serie de estadios para la rotación humana. Entre sus arquitecturas se encuentra el SISTEMA DE JUEGOS PARA NEOHOMBRES, más conocido como el HS72 (Human System 1972), inspirado en las teorías de Ludwing Von  Bertalanffy. Sus dibujos y maquetas sistémicas proponen un juego sinuoso entre las nuevas teorías cibernéticas y los placeres de la carne. Canchas de fútbol donde los partidos se juegan como premio, las glándulas femeninas; gimnasios dionisiacos para humanos invertebrados; pistas de atletismo para carreras cuánticas. Pero, sin duda, es  The Human New, estadio de rotación humana su obra más destacada. Stafford Beer, ideólogo del proyecto Cybersyn (Sinergia Cibernética) diría al diario El Clarín en su edición del 28 de agosto 1972 que “(…) las obras de Soledad Díaz carecen de realidad, carecen de sentido(…) carecen de ontogenia; sin embargo, señalan la idea de un futuro neofascista, real y perturbador”. Soledad Díaz se basada en la premisa (premonitoria hoy en día) que el fútbol sería el deporte de dominación universal, el nuevo coliseo romano, la pantalla de cine de los tiempos modernos, el lugar donde el Eros y Thanatos se juegan la vida; donde sólo los verdaderos gladiadores sobrevivirían. Un estadio para un Franz Beckenbauer sideral, para un Bobby Charlton mutante. El estadio The Human News fue su obra más representativa la que, usando maquetas de diversos materiales, la repitió incesantemente hasta completar 12.345 réplicas de la misma propuesta.

Los artistas y críticos de la Unidad Popular no recibieron bien el arte protoracionalista y pop que proponía; hizo recordar las arquitecturas Cripto-fascistas de Monroe, pero carente de  “posibilidad”. Una vez llegado el Golpe Militar en Chile, Soledad Díaz pasa a formar parte de las Juventudes Nacionalistas. De su obra, poco y nada se sabe durante los últimos años de los 70´.

A finales de 1981, Soledad Díaz amanece muerta poco antes de cumplir los 31 años de edad, cuando el mundo se aprontaba a una nueva copa del mundo en España, cuando el futbol recién entraba en la órbita pop, quizás Díaz lo sabía, pero sus ojos se negaron a verlo.